Extinciones que no vemos

Las platas no tienen intestinos. Es un comentario obvio, pero no por eso menos cierto. ¿Y qué significa que las plantas no tengan intestinos? Que no tienen como digerir o preparar comida para digestión. Ah, total no importan porque usan las hojas para hacer la fotosíntesis y comen eso, ¿no? No.

Las plantas usan el proceso de fotosíntesis para producir carbohidratos y proteínas (macro-nutrientes). Pero, al igual que pasa con los humanos, necesitan micro-nutrientes también. Algunos de esos micro-nutrientes so esenciales, es decir, no pueden producirlos.  Ellas necesitan minerales que absorben desde el suelo. ¿Pero cómo, sino tienen intestinos? Simple, o no tanto, generan relaciones simbióticas con la flora del suelo. Bacterias, hongos, lombrices, insectos… trabajan en un sistema ecológico complejo que transforma minerales de las rocas y materia orgánica en suspensiones coloidales que las plantas pueden absorber junto con el agua a través de las raíces.

Se habla mucho de las especies en extinción, del águila calva, los manatíes y el tigre blanco, y es una terrible pena. Pero aún sino están, estos animales ocupan una función biológica en el esquema mayor que puede ser ocupada por otros. ¿Pero qué pasa con las extinciones masivas de micro-flora e insectos que están llevándose a cabo justo ahora debajo de nuestro pies? Esas no se ven, no se pueden cuantificar, simplemente porque en nuestra gran ignorancia estamos jugando con cosas que no entendemos completamente. Y la verdad es que no tenemos idea si estamos destruyendo algo que puede arrastrar buena parte de la vida del planeta consigo.

¿Qué estoy exagerando? Ojalá.

¿Qué cómo sé que está pasando? Simple. La desertificación es el principal indicador.

A mí no me interesa convencer a nadie de nada. Creencias son focos móviles en el mejor de los casos, que cambian cuando nueva información “confiable” toca a nuestra puerta. Y el tema de la credibilidad está también teñido por las creencias de cada uno. La objetividad es un sueño, una ilusión. A lo que más podemos aspirar es a mirar nueva información con cuidado aunque despeine los modelos que tenemos arraigados.

Lo más saludable es conectarnos con otros que cultivan un sentido de realidad compatible, trabajando juntos para mejorar, ayudando al planeta y dando a nuestro hijos un futuro. Los demás… buena suerte.

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